Muchas personas creen erradamente
que obesidad es sinónimo de fiesta, felicidad y dan por hecho que quien es
gordo es feliz. Lo anterior es un mito, en la vida real el problema de peso
está profundamente ligado no sólo a su físico sino también a su mundo emocional.
En consulta, llegan padres
inquietos por el sobrepeso de sus hijos. En muchos casos conocen el estigma
social asociado con el exceso de peso, el cual puede ser muy perjudicial para el
menor por las enfermedades y condiciones físicas que acompañan a la obesidad o
el bulling al que se ven constantemente expuestos.
Los últimos estudios han revelado
que la preocupación en los niños por tener un cuerpo socialmente aceptable, ya
no es un asunto de la adolescencia, sino que hoy, conlleva a incluir a niños
desde los 5 años de edad, etapa en la cual asocian los estereotipos negativos
con exceso de peso y nace la creencia de que ser pesado es simplemente menos
agradable para los demás y por ende para ellos mismos.
No se trata de afirmar que un
niño con sobrepeso debe sentirse infeliz, o no ser un chico popular en el
colegio, no sentirse bien consigo mismo, o no tener mucha confianza en sí
mismo.
Pero, en general, un menor obeso
es más probable que tenga una baja autoestima que sus compañeros más delgados. ¿A
qué se debe su débil autoestima? en algunos a causa de sentimientos negativos y
vergüenza sobre su cuerpo; la falta de confianza en sí mismo que en muchos
casos pueden incidir en bajo rendimiento académico; aislamiento social
confundiéndose con timidez, ante la sensación de no encaja en cualquier lugar; puede
verse a sí mismo como diferente y marginado.
Como padres es importante estar
atentos a los cambios y comportamientos de nuestros hijos, no juzgarlos pero sí
participar activamente en sus vidas.
El hecho de ser menores no significa
que actúen frente a temores, duelos, frustraciones de forma distinta a
cualquier adulto, es decir, buscan consuelo emocional ingiriendo alimentos,
siendo conscientes de lo inadecuado y perjudicial que es para ellos,
desacatando el llamado de atención de sus padres y médicos, pero sintiéndose
incapaces de manejar sus impulsos.
Los niños obesos, al pensar en su
futuro, temen enfrentarse a la discriminación basada únicamente en su peso,
como no conseguir novio o quedarse como la solterona de la familia, no tener un
trabajo donde gane mucho dinero, que la vean fea y no tenga amigas, no ser
admitida en una universidad. En muchos casos temen identificarse con la vida de
algún familiar o amigo del hogar.
Es importante, buscar ayuda de un
psicólogo que le apoye la adopción de buenos hábitos de alimentación al
interior del hogar. No es recomendable sentarse en la mesa, servirle al niño un
menú dieta, mientras él observa a todos los demás con un delicioso manjar –
para él sería un castigo. Igualmente, en el caso de que uno de los padres sea
obeso es necesario que los dos trabajen conjuntamente, puesto que el
progenitor, es un gran apoyo que le brinda la confianza y firmeza para asegurar
el éxito. Por ello, es vital que toda la
familia adopte los buenos hábitos, como:
- · No ver televisión mientras se está comiendo
- · Comer despacio
- · Llevar bocados pequeños a la boca
- · Elegir adecuadamente la calidad y cantidad de alimentos
- · Realizar actividades de movimiento (bailar, jugar, nadar…)
- · Eliminar las sodas
- · Regular el nivel de azúcar y harinas. No es eliminarlas es medir, controlar su ingesta.
- · Beber agua
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