La compulsión: una fuerza autodestructiva

En consulta encuentro pacientes que se niegan a aceptar que son jugadores, compradores o comedores compulsivos, pues están convencidos de que tienen el control de sus actos. Sin embargo, sus intentos son fallidos cada vez que toman la decisión de dejar atrás su dependencia, creando en ellos la sensación de debilidad, fracaso y en muchos casos evasión de la responsabilidad que tienen frente a su problema.

La mayoría no admiten que tiene un problema real; a nadie le gusta pensar que es diferente a las demás personas. De allí que no sea sorprendente que realicen incontables intentos fallidos para manejar su compulsión como lo hace cualquier otra persona. La idea de que algún día serán capaces de controlar sus impulsos en su gran obsesión.

El paciente que sufre una compulsión se piensa, a sí mismo, como una persona moralmente débil y se describe en ocasiones como un individuo “no bueno”.
Algunas de las características de una persona que padece de una compulsión son:
- Incapacidad o falta de voluntad de aceptar la realidad.
- Inseguridad emocional (que llena con la actividad a que lo induce la compulsión).
- Inmadurez y evasión de la realidad.

Se encuentra que en muchos pacientes, la compulsión es un deseo inconsciente de castigarse a sí mismos o autodestruirse.

El primer paso para lograr superar la compulsión y retomar el control de sus actos es que el paciente admita que tiene un problema, que su compulsión lo ha absorbido y dominado. Esta aceptación o reconocimiento del problema debe provenir del sujeto y no de los miembros de su familia o amigos. Muchas veces las personas cercanas intentan o presionan al individuo para que acepte algún tipo de ayuda profesional pero sin que él esté convencido de que sea necesario (ya sea porque considere que él solo puede controlarlo o que los demás ven un problema donde no lo hay).

Es importante establecer que aunque el individuo maneje periodos largos de abstención y control de su compulsión, sin terapia o ayuda psicológica, la recaída es casi inevitable, ya que la fuerza de voluntad no es suficiente para salir adelante. Es necesario el acompañamiento y directriz de un especialista de la salud para brindar la terapia adecuada en cada caso.

No importa si los episodios de compulsión son esporádicos, siempre y cuando éstos sean difíciles de evitar y más aún, cuando la abstinencia produce efectos secundarios como irritabilidad, ansiedad, frustración, angustia, somnolencia, etc.

Para el control de las compulsiones, en general se busca que la persona después de que se decida a enfrentar su compulsión, cuente con las herramientas que lo lleven a lograr mantener su voluntad sin caer en acciones que no son indispensables para su vida, por ejemplo: un jugador compulsivo debe evitar hacer su primera apuesta, un bebedor compulsivo debe evitar tomar su primer trago, un comedor o comprador compulsivo debe evitar ir más allá de lo que sus necesidades requieren.

Las compulsiones son situaciones angustiosas no sólo para el paciente sino también para la familia y personas cercanas. Sin embargo, las personas que las padecen pueden superarlas.

Sandra Milena Alvarado
Psicóloga, máster y PhD (c) psicología
Terapeuta BGV
tusicologa.aequilibrium@hotmail.com

www.bgvaequilibrium.com.co



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