Anteriormente, ante la carencia de
pruebas médicas y científicas para certificar la paternidad, los auxiliares de
la justicia ordenaban al menor realizar varias actividades para ser observado
de manera detallada, entre ellas caminar, gesticular, escribir, comer o
sencillamente comparaban su apariencia física.
Mi trayectoria profesional me ha
brindado la oportunidad de evidenciar cómo nuestra mente, a través del cuerpo,
busca en muchas oportunidades la aceptación o vinculación con uno de sus padres
o con su familia correspondiente mediante su físico.
Veamos un caso: Angélica
administradora de empresas 32 años (paciente México).
“Soy única hija, mis padres se
separaron cuando cumplí los 8 años de edad…. Mi madre es alta y delgada, y toda
la familia de mi mamá tiene cuerpos perfectos, viven criticándome que así gorda
voy a quedarme solterona, que no lograré ascender… Mi padre es un ángel y la
familia de mi papá es como yo… Somos alegres, reímos por todo; soy más cercana
a la familia de mi papá….”
Cuando conversamos para analizar las
causas que podrían explicar su sobrepeso, pues Angélica mide 1.65 y tiene un
peso de 110 kilos, describe su jornada cotidiana así:
“Me levanto a las 6:30am para llegar a
la oficina a las 8:30am, hora de entrada, desayuno a las 7:00 am fruta y algo
liviano, a veces cereal, otras huevo con tortilla, a las 12:00 m me como una
ensalada de frutas me encantan. A las 3:00 pm almuerzo normal acostumbro ir a un
restaurante casero donde hay un menú del día, generalmente trabajo hasta las
6:00 pm.
A las 7:00 pm llego a casa y paseo a
tomy durante 30 minutos, como a las 8:00 pm o antes lo que mi madre haya
cocinado o comprado, hay días que son dos taquitos sin salsa.
Yo procuro comer sano desde hace años,
reconozco que no hago ejercicio pero mi trabajo me exige estar en continuo
movimiento.”
Angélica no debería tener ese
sobrepeso el cual no corresponde con sus hábitos. En este momento no sufre de
nada, su salud es perfecta a no ser por los dolores en sus rodillas debidos al
sobrepeso que descansa en ellas.
Son varios los casos que he tratado
como este en donde se busca un lazo estrecho con el padre que siente puede
perder y con quien mejor se identifica.
La información que desde pequeños
recibimos por parte de la familia y amigos en forma verbal en general son
frases como: “igualita al papá”, ¿a quien se parece?, “de tal palo tal
astilla”.
Se refleja en nuestro lenguaje no
verbal buscando parecernos a con quien más nos identificamos.
Algunas personas llaman al hecho de
ser ejemplo del mismo sobrepeso de la familia: herencia genética, o contextura
familiar, algo que consideran imposible de cortar o de dar fin a la cadena.
Por los resultados en mis pacientes de
la Banda Gástrica virtual. Puedo afirmar que es posible. Lo imposible es negarse
a ser feliz y vivir de manera plena y saludable.
Sandra Milena Alvarado
Psicóloga, máster y PhD (c)
psicología
Terapeuta BGV
smalvaradop@hotmail.com
Tomado de www.muyfemenino.com
Enlace http://www.muyfemenino.com/index.php?option=com_content&view=article&id=321%3Asoy-igualita-a-mi-papa&catid=35%3Ageneral&Itemid=94
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